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ABEJAS SALITRALES EXPLOSIVAS.

ABEJAS SALITRALES EXPLOSIVAS.

Los arcos del próximo día

que me dieran el oro que esperaba desde niño:

la dinamita como una hornada de pan sobre la mesa,

y la pequeña, cifrada luz del explosivo,

celosa como una miel de sus propias abejas dormidas.

 

Crecieron las alas; esta vez, las mías,

y me lo recuerdo todo, sustantivo,

como un golpe artero en el rostro del Hombre.

El terrible agujero de lo que se debe.

 

Padre al linóleo, al relieve realzado,

con el olor de la sal de la playa, del salitre.

Y la grande locomotora que pasaba

a media cuadra de nuestras almohadas

de niños taltalinos...

y le poníamos tapitas de cerveza, pequeñas traiciones de piedra,

arrancando a escondernos de la inminente tragedia.

 

Se acabó ese día de cerro, de playa,

y lo que nos falta ahora,

no a todos en igual medida,

parece sobrarnos en la sed de los años.

Como los zancos, de pitas y de latas, sobran a los pasos;

como sobran las hambres a los dientes caninos.

 

Y el salitre sigue en la pared, la parietal azulosa,

aunque ha milenios

que ya cerraron la última salitrera del alma,

la que produce los sabores meridianos de la tierra.

Y se murieron las abejas en el pequeño jardín,

la casa toda,

y explosaron, amarillos, los años de la infancia.

 

 

Autor: Julián Rojas.

Derechos Reservados de Autor bajo la esponsabilidad del mismo.

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