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Nevares

A LA VELOCIDAD DEL AVE.

A LA VELOCIDAD DEL AVE.

Del vuelo de un ave se desprende una arista nueva

que el caer nos hiere a la velocidad pura

de la pluma y de la nieve.

 

Hay tantas cosas lindas que decir, ahora que nos vamos,

pero son pocas las monedas para poner en pie el entusiasmo,

los delicados hilos de la imaginación en la garganta.

 

Se descubrirá mañana que era pálida la noche

y rubia la ceniza.

 

Abro el desván de más arriba, y está vacío.

Desmayo. Grito. Urbe.

Se han robado las joyas del Louvre

y la noticia enriquece a los periódicos.

Ya no serán titulares las tardes de fútbol ni las patas de los caballos,

ni el sacrilegiado loco sabio que hurga

entre los átomos invisibles, sino este atentado a la Vida.

 

Porque el hambre, la soledad y el abandono

son todavía más grandes sin el silencio de la mirada de la Gioconda.

Como la Guerra del Golfo

hubiera sido insoportable sin Tolstoi.

Alguien tiene que lavar, remendar y aplanchar las tragedias

y entretener al alma con sus piruetas de plástico.

Hasta Dios no sería un dios si no existiera este público de la esperanza y del pánico.

Ni qué decir del avión que lleva como doscientos años

oxidándose en el hangar por nosotros.

Viaje que se realizará cuando den su gran vuelta a los términos

las pequeñas cosas íntimas del caracol,

y nos broten las plumas necesarias en el corazón.

 

Cuando de simples soñadores

pasemos a ser visitantes concretos de la nube.

Yo, completamente empapado en Tolstoi. Nunca antes.

Y tú recuperes la sonrisa de la Gioconda.

 

 

Autor: Julián Rojas.

Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.

 

 

 

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