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GERMINAL, A 44 AÑOS.

GERMINAL, A 44 AÑOS.

El 16 de mayo de 1964, fundamos GERMINAL en calle Condell 2879, Antofagasta, con María Rosario Sepúlveda y Osvaldo Ventura de la Fuente, sobrino del afamado pintor nortino del mismo nombre. Venía a llenar un espacio necesario para la juventud creativa e ilusionada con mejores horizontes culturales y de existencia. Fue una tarde luminosa en que se nos ocurrió la brillante idea, en el living de la casa de Osvaldo. Primero propuse yo el nombre de Saeta Literaria para la agrupación, pero a los pocos días, y analizando de que el nombre padecía de fuerza o era directamente muy cursi, les regalé a mis contertulios el apelativo definitivo. Era también un homenaje al jefe de la escuela naturalista, y nos señalaba el padrón de ruta, la germinación de nuevos talentos, que no tardaron en llegar: Guillermo Ross-Murray, Luis Moreno Pozo,Erica Martínez ( Osorno ), Fernando Zagal, René Dávila, Nancy Plaza, Alicia Vásquez ( Santiago ), Dorys Araya ( Calama ), María Canihuante, Gastón Hinojosa, Eric Tello, Héctor Cárdenas  (Calama) Hernán Cuellar,Ariel Santibáñez, Patricio Malatrassi,Amey Wong, Rubén Pinto, Alexis Durán, Medeliz Aguirre,no es mi intención dejar a nadie en el olvido. Nombro aleatoriamente a los que recuerdo más. Nos colaboraron el maestro Andrés Sabella, con sus sabios consejos, al igual que Ernesto Vásquez Méndez. Y en todos los grabados, Guillermo Deisler. Un abrazo a la distancia a los que perduran en el difícil arte del escribir ( perseguidos por la tinta fatal, como decía Vallejo ) y a los que ya partieron de este mundo, entre otros, los otros dos fundadores de Germinal. Mi homenaje lo realzo con este poema:

HABIA UNA VEZ UN MOLINO CIEGO

Había una vez un molino ciego que clamaba por las aguas del cuento

( que no son los mismos cristales de los elementos ),

mientras yo cultivaba en mis cuadernos las semillas cretáceas

de una rara ralea de pájaros.

De pronto, una piedra da contra los vidrios de mi ventana.

¿Me llama el viento o un amigo? ¿O es un huevo que despierta del olvido?

Y me voy por la pendiente de la palabra, como la montaña

que debe extrañarse, cansada de sus pies, en el mismo sitio,

tentada por el tobogán de la nieve

y por toda esa fiebre a la que ella se rehusa.

 

Con tantos mundos paralelos, con tantas calles que se inclinan,

es muy difícil decirlo.

Ni los marineros más viejos saben dónde queda el estribor,

ni el niño tiene las mismas ganas de vivir de antes.

Yo creo que el sol sale por oficio y se esconde rápidamente en el Oeste, arrepentido.

Y creo que el sol teme las arremetidas de los apaches.

 

Creo también que a la lluvia le duele caer en las hondonadas

en las que la luna no cree,

y todo pasa por la luna, esa gran mercenaria.

Todo pasa por lo que se diga a continuación,

por la fe perdida en los epitafios - tan dignos como mentirosos -.

Por el rigor de los clavos que permanecen en el organismo, en cuanto a hierro.

 

Y a todo esto ¿qué tiene que ver el molino?

Si el molino es un ciego que no acierta en sus palabras.

Si la gramática no está en el plomo sino en la culata de la intención.

Y, sobre todo, si hay un plan maestro y vagamos a tropezones.

Si no hay más estrellas que repentinos relámpagos. Y no hay más día que esta noche.

Si hasta para los poetas ya todo está escrito.

 

Autor: Julián Rojas.

Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.

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