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Nevares

EL DESTERRADO.

EL DESTERRADO.

Ya no me llama nadie desde el Paraíso.

Nadie me pide que le escriba,

que le hable de las novedades de zarzamoras,

cardos y ortigas;

de los enemigos de la Humanidad: pelícanos, cuervos,

lechuzas, erizos,,,chivos.

 

Antes, intercambiábamos puntos de vista.

Había comercio próspero entre las dos naciones.

Algunos venían a conocer a Lilit,

aunque lo que hacían en el fondo era hablarme sólo de la Eva

de cabellos distintos que dejé atrás.

¿Todavía existe allá la costumbre bárbara de imponer los matrimonios?

Aquí, los perros pueden mear donde quieran

y los muchachos les pintan bigotes a las estatuas de los héroes.

 

Ahora hay un silencio que da miedo en la frontera.

Como si hubiesen desbarrancado montañas enteras en ese abismo.

Peor aun.

Porque tal hazaña haría que pariera la negrura de la noche.

Pero no. Esto es mucho más sordo. Es como cuando se quedan dormidos

los buzos bajo el peso del océano y de sus escafandras de plomo.

 

Tanto olvido, que ya no se sueña.

Como si en vez de almohadas, tuviéramos piedras bajo las cabezas al dormir.

Es casi un odio. Pero no concibo el odio de ninguno de los dos lados.

Es sólo una amnesia dirigida. Aunque hasta la amnesia tiene sienes y espaldas.

Y donde no hay culebras, habrá al menos lombrices.

 

...Ya no me llama nadie desde el Paraíso.

 

 

Autor: Julián Rojas.

Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.

 

 

 

 

 

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1 comentario

Anónimo -

...Cuando somos olvidados ¿acaso será porque hemos abandonado?