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Nevares

INCENDIOS INCOMPRENDIDOS.

INCENDIOS INCOMPRENDIDOS.

Encuentran a dos perros ahorcados en una torre.

Un marica llora en sus altas percusiones toda la madrugada

sin dejar dormir a nadie, y luego, tal vez, se droga, y sigue lagrimeando.

Su sexo es el saxo; aunque, en verdad, le encanta el órgano.

¿Quién es el Hombre y quién el animal?

¿Dónde se nos quedó traspapelado Shakespeare, Dios?

Un taxista viola a una niñita en el descampado,

la mete en un saco, y todavía viva la arroja al mar...

¿Llegamos a este planeta sólo para eso?

Yo me levanto cada día con hambre y con frío

para poner lo mejor de mí en cada poema, y luego, estas bestias

ensucian el aire, lo asfixian con sus bemoles estridentes,

como cagarrutas de moscas.

Llamo a la policía, a Batman, a los bomberos. No pasa nada.

El marica y el asesino, simplemente cierran la puerta, nos dan las espaldas.

Pero he leído a Sartre, a Nietzsche, a Camus.

Escuché al Cristo en el Sermón de la Montaña.

Crié, aunque no lo suficiente, a tres hijos,

que andan por el mundo rectos y erguidos.

Y aun así no estoy conforme.

Pobre el inocente asesino.

Inocente y pobre por el mundo verdadero que se pierde al matar a éste,

que a él le parece sólo de utilería.

Pobre el marica de la calle Lynch, el Beño insociable, insaciable, que no deja dormir a nadie.

No se sabe por cuál de sus amigos llora en sus percusiones.

Es el Hombre quien ha caído como nunca

y no sólo en el pugilato y en la verba legislativa,

sino también en la lucha diaria, en la dura pelea por sobrevivir.

Y en el acto tan íntimo de despiojarse.

 

Hasta los espejos se niegan a reflejarnos.

Las madres quisieran entonces renunciar a nosotros

y devolvernos a la matriz.

Pero

ni aun así renaceríamos mejores.

Autor: Julián Rojas.

Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad de el mismo.

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Criar?