EL BARCO LASTRERO

Atomo del cristal, tan perfecto y falso a la vez,
que enceguece de su verdad incombustible
a los que sólo ven
los tallos inocentes de las ventanas.
Tu olvido, agusanado
por las tercas bisagras
que abren los dos pétalos de tu blusa
a un ritmo y sonido que olvidé.
Yo, en vez de dormir tu ausencia,
pongo en pie mis gónadas marítimas,
y me place el escuchar el canto matutino
que hiela mis huesos, como un pájaro de metal, en la bruma.
Y digo "Salud!" con la misma fría cerveza
arrancada al sol en un día de su eclipse.
Ah cálida, caliente llave de los abismos
que huronea en la oscuridad con un tenedor fijo!
Las rayas de mi camisa se mueren de sed.
Ya perdí la clave de tus pontones
y la calma de la tarde se vuelve invadeable.
Recuerdo la edad en que bajaba de las colmenas,
urgido por la voz dominante de mis años
que me declaraban un niño ya mayor.
Cuánta saliva no derramé en tu homenaje,
y noches absolutamente desleídas bajo los ácidos!
Y ahora, todo vuelve con tu silencio,
aunque ya no sueñe con azules.
El siglo diecinueve,
la gran bolsa de cabritas en el cine mudo.
Vuelven el pesar y el olvido,
las cuatro calles aburridas del pueblo,
el lento barco lastrero de mi tiempo.
Oh crueldad del crecimiento en vano!
Oh abejas contaminadas de sueño!
Oh paquidermo orgulloso y arrugado lentamente,
caminando con un bastón, herido sobre la nieve!
Autor: Julián Rojas.
Derechos Reservados de Autor
bajo la responsabilidad del mismo.
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