GRECA DE BARRO FIERO.

Me quedan menos monedas
que los días que me restan en las alforjas.
Busco a tientas una sonrisa.
¡Ecce homo! Un emplasto de palabras que me devuelva la energía.
Varado el pie, varado en la alameda
antes tan llena de flores, de alas.
Desalada estampa de ahora, sellada
bajo los vidrios fríos de la mañana. Cuando
las manijas no calzan con los ímpetus de la distancia,
y todo va evaporándose.
Todo embate, envase todo, con el pesado antimonio del sueño
que anoche tuve que luchar contra la sábana mortal. ¡Y a mis años!
Apenas resucité de mañana.
Encendí un cigarrillo de lánguidas arañas
que inmediatamente huyeron del lugar.
Ricas hebras no logran impactar en mi pobreza,
ni ofreciéndoles mi sangre:
ese rubí inobjetable.
Ese diamante de mi promesa que pasó, tarde,
todas las pruebas del puente. Que no cayó jamás
en el vericueto de las aguas falsas.
Seco está de todo, cuando tú lo dejas, abandonado.
Tus ojos de almidón, mercenarios, verán en él sólo un barro.
Un pozo de pobre luz artesiano.
Me voy con el quejumbroso peso de mis alforjas,
con las abejas que suscitan mis monedas diarias
a desenrabiarme, a desenrubiarme,
¡a comprar el carajo en otra parte!
Autor: Julián Rojas.
Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad de el mismo.
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