SALUD, CAPICUA.

¡Salud, capicúa,
estornudo mental donde se resuelve el cuerpo,
devolviéndose!
Voy,
de rebote en rebote,
comprobando la calidad de los espejos.
...Por aquí pasó Alicia,
siento el temblor menudo de sus gatos subalternos.
En alguna parte gotea mi sien
hasta llegar a sólo noventa.
Cualquier cosa puede suceder en un miércoles;
hay que estar alertas en la proa de las cosas.
Fumar por la blandura de la mandíbula, bien,
en español, de repente,
todo el aire contenido como en un frontón
donde uno rebota, y esperarte, bebiendo
estas gotas del nectario de la botella que amarillea en el fondo
tan oscuro de la garganta cuando se está solo.
Ser y, al mismo tiempo, perecer
de todo espanto.
Ser ardilla y nuez, salto
del ojo del pez en la ampolleta encendida tantos años
que,
de tan vieja, ya no es, como los mapas que renegamos.
¡Salud!
No como una fórmula química.
Salud, del envase y del envión
del silencio que nos a-cosa,
moscardón dorado al atardecer;
crepúsculo ensayándose a sí mismo en el temblor de mis ojos.
Maravilla del número,
prisionero de la continuidad.
Dios (dos) engarce(s) perfecto(s).
Autor: Julián Rojas.
Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.
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