RETINTÍN DE ORO.

Qué cosa más inútil que el llavero
lleno de hambre de aldabas viudas,
a esta hora oscura del acontecer,,,
comentan entre sí mis dos falanges.
Me has llamdo, y por un instante,
tu voz remota
ha llenado de lechugas mis almácigos
que creía sin luz.
Ha corrido el vértice de la sombra,
como si una llave encajara en el pórtico
y lo abriera de nuevo, mi amada,
a la fe y a la esperanza ciegas.
Me he fumado otro cigarrillo
de puro contento,
a sabiendas, por tu llamada,
que éste me dará más salud que deterioro.
Soy mi propio médico, y me receto cuando quiero
estos paladares del sabor, a gusto.
Pero vuelvo al llavero, retintín de oro,
aunque ya no lo siento tan inútil.
Ahora,
ha florecido de umbrales por tu voz oportuna;
y estoy seguro, como recuperé mi nombre,
que esta noche sí saldrá la luna.
Autor: Héctor Cordero Vitaglic.
Derechos reservados de autor, bajo la responsabilidad del mismo.
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