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Nevares

ALADINO

ALADINO

Puedes cortar manzanas con la mirada.

Me iría a París a llorar.

Estoy vendiendo una a una mis cadenas, para entonces.

Transformando mis penas en oro.

 

El compás de la tierra se ha quedado roto

y muere de frío el zorzal en el sombrero de copa.

Agria tu mirada hasta el revés de la lámpara

y Aladino huye como un cometa,

como un recién operado

al que no le han dejado nada adentro.

 

Tu ausencia es más honda que un somnífero.

Tu ausencia tiene como cien leguas de fondo,

con el peso de todas las auroras.

Tu ausencia tiene el aroma de una cama de hospital

donde las rosas se emborrachan de muerte,

y hay alfombras que se apoderan de nosotros desde los pies.

 

Hay ese miedo que nos hiela la sangre.

Hay inmensos farellones entre tú y yo, latigazo de la luz afuera,

desiertos desconocidos de otros planetas llenos de silencio.

Lo que no dices tiene su sangre todavía más espesa

que el rumor ciego de tu próximo movimiento.

Que tus ojos que me miran desde el Polo.

 

Estoy vendiendo una a una mis condenas,

y dejando para el final de la subasta

tu prometido corazón de grafito

y los alaridos que di bajo la nieve.

La forma de copihue de nuestro embeleso.

Las telas del aire que me dieron cobijo.

 

Estoy vendiéndolo todo

y otra vez la lámpara se queda sin palabras,

en la oscuridad total de la gramática.

Blanca desde la primera hasta la última página.

Más negra que una copa de vino en las manos de un ciego.

Más oscura que la noche al final del camino.

 

 

Autor: Julián Rojas.

Derechos Reservados de Autor

bajo la responsabilidad del mismo.

 

 

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