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EL DOLOR Y EL SACAMUELAS

EL DOLOR Y EL SACAMUELAS

Construir escaleras sólidas de afectos

al interior de esa pieza dental infectada,

para que el dolor pueda, subiendo los peldaños,

sublimarse.

He pegado a Cristo en mi mejilla derecha,

porque el arquitecto, al equivocarse,

desplaza caracoles que caen en la oscuridad,

no llevando a ninguna parte.

Porque el dentista sale de vacaciones,

sin atender a nadie hasta marzo.

 

Hoy 14 de febrero está de aniversario el árbol de mi dolor

y trastabillan sus raíces en mis encías.

Me duele este sistema injusto, impostergable,

en que uno hace cola a la intemperie,

levantándose inútilmente a las cinco de la madrugada.

Atenderá apenas a cuatro pacientes el sacamuelas,

y, luego, ¿adónde? ¿A Miami?

Ya tiene anestesiadas sus valijas en el automóvil,

esperando la salida del avión.

 

Mientras él se marcha lejos,

mañana seguiré recogiendo frutas.

Los papeles se caen por un agujero de la mesa,

donde también gotea.

Los nervios, alterados, se asoman a mi edad.

Brillan bajo el pelo reteñido mis canas. No engaño a nadie.

Estoy varado en casa a las nueve menos veinticinco,

como los carros oxidados en el patio de una vieja maestranza.

No sólo el corazón, sino todo el cuerpo flechado.

Soy la esperanza de pasado mañana.

El cadáver que resucitará en marzo.

 

Autor: Julián Rojas.

Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.

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