PORTICO.

Caballos, hombres, bosques, espadas
...,todos murieron
en un solo río apagado de fulgores:
la barbarie.
Se quejó un siglo la tierra
sin poder respirar
sino por sus venas más subterráneas.
Cuatro pisos de alto llegó a tener la luz;
y había que creer de verdad en la luna,
para disfrutarla,
porque ya no se podía confiar en el sol
con tantas celadas y rebeliones.
Y el ramo del amor
¡qué importancia en la mano reunida!
El velo de la novia,
como la paz y la paloma, codiciada por todos.
Sobrevivió la palabra del poeta para contarlo
al viento y a quien quisiera escuchar,
bajo el temblor de la noche
y el pánico de tenedores, de cucharas.
Adelanta el pie, si puedes;
pero ten cuidado, que la historia es resbalosa de sangres.
Fulgores que apagan el río de la tarde:
espadas, bosques, hombres...,caballos.
Autor: Julián Rojas.
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