FINAL DE MARZO.

Qué fuertes son las nubes que se llevan el sol
como el grito al niño en la oscuridad del sueño
y más fuertes las olas que graban el rumor del paso del tiempo
sobre la candidez de las rocas
Ambas atraviesan nuestros collares de miradas brillantes
que siempre tejen la vida en torno a la esperanza de algo más seguro
porque somos sólo palomas viajeras untadas en la palabra de Dios
y si hay algo negro en nuestros picos en nuestras alas
es porque de allí nos tomó Él al sumergirnos
¿Los trenes han de ser negros andamios de demonios?
¿Sólo suspiros de ilusiones los torreones de la fábrica
los anillos de boda del humo?
¿Y el carbón del lápiz un intento de fuga?
La luna otorga permiso de circulación
a los días que van cayendo hacia atrás
y que navegan como buques fantasmas sobre el recuerdo
pero de repente en la conjunción del rayo y la estatua
nace el trino del amor que enhebra dos tumbas silenciosas
Sus inquilinos se enamoran
a partir del hierro de sus nombres que ya olvidaron
y se aman con la fuerza de la mirada
que todavía enciende las lámparas
desgastadas como joyas en el fondo de sus cuencas
¡Tanto valor en el árbol viejo
que ni siquiera sirve para un incendio!
En la puntada certera del cerebro yace
el zapatero prodigioso del destino
y se firma la alianza entre el camino y los pasos
¡Oh la ventana herida por el resplandor de tanta muerte!
Y el pedernal que queda impregnado de vida
¡Oh la biela poderosa de la mirada que logra unir a dos muertos!
Y el cementerio todo huye como un loco despavorido
con la luna incendiada entre sus brazos
Autor: Julián Rojas.
Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.
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