CUNA DE MINEROS.

A mis sesentaidós años,
tanta pala que acumuló un cerro enorme de soledad
en lo alto del mapa, en el desierto.
Sin embargo, el negocio de mi vida
sigue abierto a mis hermanos.
Hoy se fía todo. Mañana también (...si hay un mañana ).
Conmigo se quedó dormido para siempre mi padre,
y su mina de cobre sellada
en el resplandor de la última tarde,
como bien lo sabes, Silva Iriarte.
¡Y ahora, justamente, cuando el precio está por las nubes!
Las camionadas lentas de su ausencia se devuelven con las manos vacías.
Taita, hazme un favor: cuando veas a Víctor Jara,
dale un abrazo por mí. Dile
que de no haber paro ese día
tomaré el próximo trolebús al cielo,
donde haremos, por fin, eternidad el instante.
Cuéntale lo que ya debe saber,
que el Palacio de La Moneda todavía arde
en los ojos sin consuelo de la multitud.
Autor: Julián Rojas.
Derechos Reservados de Autor bajo responsabilidad del mismo.
0 comentarios