LA PIRAGUA.

Va como dibujando algo sobre las aguas
yertas como un espejo.
Para mí, que va olfateando no el camino de ida
sino el de regreso,
y a ratos parece una graciosa bailarina
en punta de pies.
Si nos fijamos bien,
el remo solitario es la prolongación nerviosa del brazo,
de la poderosa espalda, de la frágil ceguera
de la mano del hombre,
que es aquella pequeña hormiga que,
desde lo alto del risco...,apenas se ve
y vuelve dos veces majestuosa y grande
la inmensa placidez del lago,
que es como el ojo desnudo de Dios.
Autor: Julián Rojas.
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